jueves, febrero 22

BOTANITAS


Para los antiguos romanos, uno de los manjares favoritos lo constituían unos pequeños ratoncitos que criaban en sus propias casas y que se comían vivos después de haberlos untado con miel.

Al parecer, lo mejor de este extraño manjar eran las cosquillas que estos roedores hacían al pasar por la garganta.

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